El estío es implacable en los campos Jiennenses, durante el día el astro rey descarga su energía sobre los terrones asperos de los barbechos, sobre el girasol que lo mira de frente sabiendo que es el quien lo teñirá de oro, el olivar alivia con su sombra los rigores de la flama a la Curruca, al Carbonero, a la Liebre, el Lagarto desafiante se bebe el sol para poder seguir predando entre el pasto seco, ya de tarde se firma una tregua, el sol y la luna pactan un leve descanso, las sombras invaden los campos, el Milano que baja para África en un viaje ancestral, se posa en la vieja chopera, son muchos los que aprovechan la tregua, la temporada estival mueve a los seres vivos, ya toca, hay que continuar los ciclos vitales, bajo el fuego, pero la noche, la noche es de plata, plata en la "camá" del olivar y el surco del haza, donde se posa el Mochuelo, en la chopera donde descansa el Milano que va rumbo a su destino, el destino de la vida.
2 comentarios:
Un texto muy bonito, Mariano.
Un abrazo
Buen texto y sugerentes fotos...
Saludos camperos.
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