lunes, 19 de julio de 2010

ANDANZAS








Aldea del rocio y marisma del mismo nombre.



Hace ya algunos años decidí dedicar parte de mi tiempo libre a participar en distintos trabajos y proyectos de voluntariado ambiental movido en primer lugar por la curiosidad de las nuevas experiencias y en segundo lugar por el convencimiento de la labor importante de este tipo de iniciativas con el plus añadido de la formación y experiencia que se adquiere cuando trabajas codo con codo con grandes profesionales, pero existen dos componentes esenciales en el voluntariado, la convivencia con personas de otros lugares vinculadas directamente o no en el mundo de la conservación de la naturaleza, el intercambio de información y vivencias y el importante factor social creando una inmensa red de amistad e inquietudes de todas las personas que compartimos la pasión por la naturaleza, cada uno a su manera y con distintas perspectivas y horizontes.
Pero sin duda lo mejor es el contacto puro y directo con el medio, el integrarte plenamente en el y compartir con los seres que lo habitan, hacer algo positivo por su defensa y conservación, todo ello me ha llevado a lugares como Doñana, que decir de este autentico paraíso natural, una explosión de vida en constante lucha con la polución y las agresiones antrópicas pero con una belleza espectacular y una diversidad apabullante, Doñana es lugar obligado para cualquier ornitólogo que se precie, aquí se ve de todo en cualquier época, el trabajo en Doñana es duro, la marisma es a veces rigurosa, pero merece la pena, poder moverse entre sus aguazales abriéndose paso entre la vegetación palustre devorado literalmente por los insectos, inspeccionando las redes donde cientos de paseriformes aguardan para ser liberados tras cedernos valiosa información, camachuelo común, pechiazul, picogordo, curruca carrasqueña, mosquitero bilistado, curruca capirotada, petirrojo............, trabajo de sol a sol con ellos con los pájaros, la recompensa es a parte de lo antes mencionado algo que no se puede comprar y que solo aquí se vive en esta forma, los amplios amaneceres de la marisma, la mezcla de aroma a humedad y resina de pino, los ruidosos atardeceres de los ánsares regresando, el rocío bullicioso en frente y el manecorro sereno e impasible a este lado donde el meloncillo campa a sus anchas y los flamencos rebuscan en la marisma el diario alimento.
Uno de mis primeros retiros, que me convenció de que era este el camino que quería seguir, una razón de peso por la que merece la pena seguir luchando contra corriente junto con otras personas empeñadas en que es posible un mundo mejor.
Doñana es la paz ruidosa e imponente de la naturaleza.

1 comentario:

Srta Pomelo dijo...

Mis abuelos siempre vivieron en un cortijo en medio de la sierra malagueña entre Vva de Cauche y Colmenar...y recuerdo cuando era pequeña a un hombre que se llamaba Paco que se encargaba de anillar pájaros. Yo siempre estaba allí asomada al borde de la mesa plegable que montaba al lado de los álamos y los nogales...mirando curiosa y preguntándome cómo podía distinguir las hembras de los machos. Aún conservo un llavero que me regaló donde pone ASCOPASI (si no recuerdo mal) y un jilguero dibujado. Siempre he querido volver a hacer lo mismo en aquélla zona...de forma desinteresada. A día de hoy soy bióloga y amo la naturaleza.