martes, 11 de mayo de 2010

CUADERNO DE BITÁCORA DEL NATURALISTA.







Que duda cabe que es la primavera la época mas idónea o una de las que mas, para salir al campo y mas si cabe cuando se trata de observar,bien con fines científicos o bien por el simple hecho de disfrutar, flores y plantas, ya que la primavera es una autentica explosión de color y vida.
Yo me considero mas naturalista de fauna que de flora, pero es que la naturaleza tiene tanto que ofrecer que me ha sido imposible aplicarme en ambas cosas a la vez, es por eso que aprovecho las salidas botánicas de mis compañeros Pedro y Miguel Ángel, expertos en la materia, para empaparme de sus conocimientos y por que no echar unas risas en el campo, que falta hace.
En esta ocasión el destino de nuestra salida era la vega del Guadalquivir en el termino de Villanueva de la Reina, cerca del paraje de Ángulo, muy conocido por los Bailenenses. La tarde esta nublada y fresca cosa que se agradece después de unos días con intenso calor impropio de esta época, a medida que avanzamos comienza a absorvernos la abundancia de flora, la nueva clave dicotómica de Miguel Ángel empieza a funcionar y "tirados" en el suelo comienza el reto de acertar con la especie de leguminosa de turno, así un buen rato hasta que decidimos continuar hacia el río, donde un sinfín de rastros de pequeños predadores nos esperan. Durante el recorrido algún Ratonero y Cernícalo vulgar nos acompañan con su vuelo suave, mecidos por alguna térmica, frente a nosotros los cultivos de la vega arrasados por las crecidas de este invierno, el río sacó sus escrituras de propiedad y ocupó lo que le pertenecía, implacable y duro.
Comenta Miguel que existen por aquí unas cuevas, cosa que yo desconocía, pero me suena sugerente, además allí quizá encontremos algún Murciélago dormitando antes de salir a cazar.
En una ladera de caliza, con tupida vegetación mezcla de autóctono (chopos,sauces...) y exótico(ailanto), comenzamos a vislumbrar las inmensas oquedades, que con verdadera estructura de casa, servían como hogar a los pobladores de estas tierras, sabe dios de que época, pero son muchas, lo mas sorprendente es lo inaccesible del lugar, ¿de que se protegían estas gentes?, por que podían haberlas hecho en zonas mas llanas, la verdad es que el entrar en una de estas cuevas te transporta a otras épocas posiblemente de mas penuria que gozo, pero demuestra la capacidad de adaptación del ser humano al medio que habita, a veces ostil.
Ultimamente parece que estas cuevas han sido usadas como apriscos para el ganado y no hace mucho, el olor, los excrementos y las pulgas que ya empiezan a hacer de las suyas en nuestras "espinillas" así lo demuestran, en fin, el lugar engancha, casi sin darnos cuenta ya estamos cerca de Villanueva, por lo que decidimos regresar antes que se eche la noche, aunque la bonanza del clima invita a quedarnos un rato mas, dejándonos envolver por el sonido del río, quebrado de vez en cuando por la "flauta" del Autillo, o el cacareo hueco del Chotacabras pardo, ¡como no! a todo esto las guias de botánica de Pedro y Miguel están que echan humo.
Fotos: Mariano Martínez Aguilar.

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